La cuarta edición de las Jornadas de Moda Sostenible organizadas por la plataforma Slow Fashion Spain se celebraron los pasados 8 y 9 de mayo en el Museo del Traje. Durante dos días, profesionales del sector textil se reunieron para compartir su visión sobre un concepto cada vez más en auge: la sostenibilidad en la moda.

En ocasiones se relaciona la moda sostenible con ropa poco atractiva o cara pero esta impresión no se corresponde con la realidad. La realidad la forman cientos de empresarios con ganas de cambiar el modelo de consumo actual; con ganas de pasar de un modelo consumista insostenible (o fast fashion) a un modelo circular en el que la conciencia social y medioambiental esté presente (slow fashion).
Tuve la suerte de participar en ellas de forma activa, pudiendo conocer las muchas facetas involucradas en el sector y a todos sus actores. Una de las cosas que pude comprobar es que existe una conciencia sobre la manera en la que se hacen las cosas actualmente y, lo más importante, la determinación a mejorar los escenarios sobre los que el sector textil se asienta.
Uno de los principales objetivos de las Jornadas fue consolidar el networking, diseñado por Gema Gómez, fundadora de Slow Fashion Spain, para desarrollar una red activa y creciente de contactos en el sector. De esta manera, diseñadores, fabricantes y distribuidores pudieron establecer o estrechar lazos para futuras colaboraciones e intercambiar inquietudes e ideas. Durante las jornadas tuvieron además lugar dos workshops en los que los asistentes pudieron interactuar con dos de las ponentes: Rosa Escandell, de Apuntadas, a cargo del taller de certificaciones textiles; y María Almazán, de Latitude, quien enseñó numerosos ejemplos de tejidos sostenibles. De esta manera se pudo palpar (no existe mejor término para describir lo que sucedió en la sala jardín del Museo) que otra manera de entender la moda es posible y con garantías.

A su vez, en el salón de actos pudimos disfrutar de las experiencias de numerosos expertos en moda sostenible. La sensación general de los asistentes era de satisfacción al saber que vamos en la buena dirección y al ver que tantas personas estuvieran haciendo realidad un sueño compartido por muchos. Pequeños empresarios como Ander Aldekoa, de Nabari, o Pepita Marín y Alberto Bravo, de We are knitters, pusieron de manifiesto lo duro que son los comienzos pero lo gratificante que supone desarrollar una idea en la que las condiciones de trabajo de los que cultivan el algodón orgánico son dignas o se vuelve a las costumbres tradicionales del tejido de lana para el autoconsumo.
Pero no sólo aprendimos de historias locales, también de proyectos internacionales de la mano de Kikanae Ole Pere, guerrero maasai que lidera un proyecto empresarial junto a Pikolinos para mejorar la calidad de vida de su tribu; o Jaume Sanllorente, periodista fundador de la ONG Sonrisas de Bombay, que hace lo propio en la India.
Queda claro que otra forma de hacer moda es posible, otra forma de hacer negocios, en la que todos salgamos beneficiados, en la que el medio ambiente no se vea perjudicado, y en la que podamos sentirnos orgullosos de nuestra ropa. Por que como apuntaba Joan Melé, de Triodos Bank en una de las ponencias, no todos los proyectos sostenibles tienen porqué ser sin animo de lucro. Otra forma de lucro es posible y está sucediendo ahora. De hecho, su crecimiento es tal que Gema Gómez anunció en el cierre de las jornadas que su organización cambia de denominación a Slow Fashion Next. El futuro de la moda es sostenible. ¿Te vas a quedar fuera?

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