
Los RAEEs o Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos son un tipo de residuos muy ligados a la tecnología como veremos a continuación. Por un lado son hijos de la propia tecnología pues uno de los campos donde los usuarios llegamos a palpar de forma más directa las aplicaciones de los desarrollos tecnológicos es en los aparatos eléctricos y electrónicos. Uno de los mejores ejemplos de ello son los televisores o los teléfonos móviles que tanto han cambiado en la última década, o los ya famosos wearables y relojes inteligentes.
Pero los mismos desarrollos tecnológicos que incentivan el cambio constante de productos electrónicos buscando las últimas novedades y facilidades de uso, son los que producen a su vez el mayor problema en su reciclaje. El avance tecnológico se basa en el uso de nuevos materiales y nuevas aplicaciones, así como la miniaturización de las tecnologías existentes.
Y es aquí donde encontramos el mayor reto cuando nos introducimos en el complejo mundo del reciclaje. Los gestores autorizados de RAEEs son los que reciben toda esa tecnología en forma de residuos y su principal objetivo es valorizar los materiales que la componen de tal forma que se consiga reutilizar como materia prima de nuevos procesos. Si conseguimos cumplir dicho objetivo habremos alcanzado un reto muy importante como sociedad en su conjunto, pues es de todos sabido que sólo tenemos un planeta Tierra y sus recursos son limitados.

Una vez conocido el objetivo podemos empezar a imaginar todo lo que necesitamos para transformar un aparato desechado por el usuario en materias primas útiles:

Las soluciones a este rompecabezas en el que está puesto nuestro futuro no llegan de hoy para mañana y son fruto del trabajo y la experimentación. El reciclaje de materiales y la reutilización han estado siempre ligados a la industria por una simple razón de economía de recursos. Y estos procesos que la industria fue inventando para recuperar las materias primas se han ido especializando cada vez más hasta crear una industria propia, con unas tecnologías muy especializadas. Y en este punto es donde encontramos a los actuales gestores de RAEEs, que basan su funcionamiento en unos procesos que esquemáticamente podemos explicar de la siguiente manera:

El primer paso que debemos ejecutar es la clasificación de los diferentes aparatos eléctricos y electrónicos. Es un proceso clave para llegar a conseguir los objetivos marcados y debe atender a varios criterios. Dentro de los criterios utilizados, además de los tecnológicos, también hay que tener en cuenta los normativos, que como siempre que implican desarrollos tecnológicos desgraciadamente van por detrás de estos. De esta forma se producen paradojas en cuanto a la gestión de determinados residuos que más que facilitar dificultan su tratamiento.
Una parte clave del proceso es la descontaminación. Esta fase es muy característica de cada residuo y se hace imprescindible para continuar con la manipulación de los aparatos. Como ejemplos tenemos la extracción de gases contaminantes de aparatos de aire acondicionado, los tubos de rayos catódicos presentes en televisores antiguos con alto contenido en plomo o los fluorescentes de iluminación que contienen mercurio.
El desmontaje es una fase posterior que nos va a permitir separar los diferentes componentes de los aparatos eléctricos y electrónicos para aprovechar sus materias primas. Estas labores de desmontaje pueden ser muy rudimentarias y se realizan mediante molinos, electroimanes, picadoras o la propia mano del hombre; o pueden conllevar procesos altamente tecnificados como en el caso de los fluorescentes.
De esta forma es la propia tecnología de reciclaje la que va a remolque de la tecnología de producción de los aparatos eléctricos y electrónicos. Cualquiera podría pensar que los propios fabricantes trabajan en contra del reciclaje, a la vista de los procesos posteriores que nos encontramos. Y es aquí donde tenemos uno de los mayores desafíos actuales del desarrollo tecnológico, que no debe olvidar el contexto actual en el que nos movemos, dónde los recursos son cada vez más escasos y el medio ambiente es una prioridad.
Otro de los importantes desafíos a los que nos enfrentamos es a la valorización de los componentes que obtenemos tras el proceso de reciclaje. Cuanta menor sea la fracción que destinemos a la valorización energética (quema como combustible) o al vertedero, habremos conseguido en mayor medida cumplir nuestros objetivos.
Y tampoco podemos olvidarnos de los constantes desafíos que se nos plantean en cuanto a legislación. Esta nunca debería de ser una rémora en la valorización de los residuos y el respeto al medio ambiente, si no que debería plantear objetivos y canales de actuación para conseguir un medio ambiente cada vez menos afectado por las actividades humanas.

Agradecimientos:
Gracias a Fermín Rodriguez (Gerente) y Daniel García (Calidad, M. Ambiente y Prevención de Riesgos) de Recyberica Ambiental por permitirnos hacer una muy interesante, necesaria e instructiva visita a sus instalaciones.
Gracias también a Rafael Sarricolea Torre, profesor de «Gestión de Residuos» de la UAH, asígnatura sin la cual este artículo no habría sido posible.
Deja una respuesta