La primera vez que leí al respecto me pareció raro, a causa de mis convicciones a favor de la ecología forjadas durante años. Pero está claro que en todo hay opiniones a favor y en contra. El problema viene cuando esas opiniones tienen bases poco solidas o que directamente están compradas por una industria en concreto.
Con comprar no me refiero a maletines llenos de billetes de un lado para otro, pero sí de aquellos que han invertido capital en esa industria en concreto o es dicha industria la que le paga el sueldo a final de mes.
Esto no quiere decir que todas esas ideas sean descabelladas, incorrectas o que no estén basadas en estudios reales y contrastados. Pero si me parece que deben ser tratadas con la misma rigurosidad que cualquier otra.
El artículo “Dioxinas para todos, pero ecológicas” publicado por JM Mulet en su blog es un ejemplo de ello. El artículo se basa en una publicación de los investigadores de la unidad de toxicología de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria dónde se investigó la presencia de dioxinas en 61 marcas de que quesos comerciales, 7 de ellos ecológicos. En el estudio se concluye que los quesos ecológicos tienen una concentración mayor de dioxinas, llegando en algunos casos a superar la tasa diaria tolerable según la UE.
Cabe destacar que mi prioridad por los productos ecológicos no me impide ser consciente de la necesidad de un control y regulación sanitaria por parte del estado que impida que productos contaminados lleguen al consumo. Y está claro que la presencia de dioxinas en dichos alimentos no es justificable en ningún caso.
Pero no debemos convertir un hecho en una norma. No podemos tomar dicho estudio y abanderarlo frente a todos los alimentos ecológicos como se puede observar en el artículo de JM Mulet. Hemos de ser igual de rigurosos y aplicar el mismo error estadístico tanto en alimentos producidos de forma ecológica como en los que no. Porque si no lo hacemos de esta manera nuestra credibilidad quedará afectada. Ejemplo de esto último lo encontramos en el mismo artículo al referirse a la memoria anual de la Agencia de Seguridad Alimentaria.
También cabe otra reflexión en cuanto al problema de las dioxinas en concreto. Ante la situación que nos ocupa podemos reaccionar de varias formas, una bastante radical es prohibir los quesos ecológicos. Otra es investigar la causa de las mayores concentraciones de productos tóxicos como las dioxinas en los quesos ecológicos.
Para ello primero de todo tenemos que saber que son las dioxinas. Existe una página de la Organización Mundial de la Saludo al respecto que es muy completa, podéis verla en el siguiente enlace: OMS/dioxinas. Pero a grandes rasgos podemos decir que son un grupo de compuestos químicos que por medio de un proceso llamado bioacumulación se concentran sobretodo en las grasas de los animales. Estos llegan al hombre en la alimentación, al consumir principalmente productos cárnicos y lácteos, pescados y mariscos. Las dioxinas son altamente tóxicas y producen efectos dañinos en la salud humana. La mejor forma de evitarlas es no ingerirlas, pues se calcula que el tiempo que tardan en perder la mitad de su actividad dañina en el organismo oscila entre 7 y 11 años.
Pero las dioxinas se encuentran también en el ambiente pues son el producto de muchos procesos industriales como la fundición, el blanqueo de la pasta de papel con cloro o la fabricación de algunos herbicidas y plaguicidas. Por ello se realizan controles rutinarios en los alimentos y así evitar los que tienen elevadas concentraciones.
Ahora que conocemos el origen y la toxicidad de las dioxinas podríamos explicar la presencia de estas en mayor concentración en los quesos ecológicos si lo explicamos con el fenómeno de la bioacumulación. Para producir la misma cantidad de leche los animales ecológicos consumen más alimentos y por lo tanto el fenómeno de la bioacumulación aumenta.
Esta es solamente una de las posibles explicaciones pero sería muy interesante estudiar en detalle cual es el origen de estas diferencias entre quesos ecológicos y los que no lo son.
Algo que si me ha quedado muy claro es la importancia de no polarizarse de origen por lo que parece más verosímil, plausible o vistoso. Y la necesidad de leer con precaución las conclusiones que se sacan “a bote pronto” de cualquier tipo de estudio.
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